La construcción de la frontera meridional: Uruguay – Brasil.
La frontera, nuestra piel.

Autor

Eduardo R. Palermo

Eduardo R. Palermo, 55. Docente, historiador. Profesor en el Cerp del Norte, Uruguay. Mestre y Doutorando en Historia Regional por la Universidad de Passo Fundo, Brasil. Director del Museo del Patrimonio en la Prefeitura de Rivera, Uruguay. Coordinador y editor de la revista academica Estudios Historicos (www.estudioshistoricos.org)

52

Cuando un visitante llega a la frontera Rivera- Livramento se encuentra con una sola urbanización. La separación aparente entre ambas ciudades y países es simplemente avenidas y plazas. Las personas en la calle hablan indistintamente español o portugués y entre ellas generalmente usan una terminología que mezcla ambas lenguas. Puede circularse por las calles libremente de una ciudad a la otra en la medida que la orientación de las vías de tránsito es complementaria. Esa realidad esta alterada apenas por la presencia de estructuras piramidales denominadas marcos que colocadas sobre una línea divisoria imaginaria señalan la existencia de dos países diferentes, sin embargo esos marcos están incorporados al paisaje urbano y son casi imperceptibles para la mayoría.

Estas sociedades a lo largo de los últimos 300 años han construido un trayecto de convivencia por encima de los Estados, más allá de las prácticas nacionalistas de los gobiernos que siempre hacen saber que allí están los confines del territorio “nacional”, las mismas han constituido lazos de complementariedad, no exentos de antagonismos violentos, sobre los cuales se ha generado una sociedad transfronteriza en sus aspectos sociales, culturales y económicos.

Hemos encontrado la metáfora correcta para vivencias el concepto de frontera: la frontera, nuestra piel. Efectivamente la frontera opera a nivel territorial y político con equivalencia biológica a nuestra piel. La función de la piel es en primer lugar contactarnos con el exterior y a la vez que nos protege también nos comunica. La frontera es la piel que rodea a los estados, complementándose con la noción de límites. Obviamente es una metáfora moderna, pues a lo largo del tiempo el concepto de frontera ha estado vinculado a la noción de fuerzas disgregantes, peligrosas para la propia sustentabilidad del Estado.

Para quienes vivimos en estos territorios colindantes, la frontera la llevamos “virtualmente puesta” todos los días, como nuestra ropa, nos vestimos para protegerla, la sentimos en términos afectivos como parte integral de nuestro ser social. Tal vez por eso mismo la idea de frontera sea subjetiva, desde donde la observamos tiene mucho que decir sobre lo que pensamos de ella. De tal forma sostengo que más allá de comprender la frontera, es importante vivirla. Los gobiernos actuales de nuestros países parecen haber entendido esto y por ello los Comités Binacionales cada vez tienen más en cuenta a las poblaciones asentadas para diseñar sus políticas públicas y han aumentado notoriamente los lazos de cooperación entre países y ciudades fronterizas reforzando las posibilidades de convivencia legal.

Límites: poder y control

El límite es el fin del Estado, es la capa interior última, lo que está por debajo de la piel, por eso la necesidad de controlar, asegurar esos territorios. Los límites son en ese sentido una abstracción jurídica que se impone sobre territorios considerados propiedad del Estado, independientemente de la existencia o no de poblaciones, en los hechos poco importa, es el caso de un desierto, las aguas continentales o las selvas, pero exigen el control del ejército como brazo armado del Estado Nacional.

Significan el fin de un territorio, lo que mantiene la cohesión de una unidad política, hasta dónde se extiende el territorio de uno y comienza el del otro. Se relaciona con la idea de posesión, control de la individualidad territorial y de defensa militar de la colectividad.

53

Los límites son imaginarios, pero se materializan por la acción humana. Un río, una cadena de montañas, una laguna son y serán siempre espacio natural sin embargo son utilizados como límites políticos, por ejemplo el río Uruguay. Asociados a ellos surgen en nuestro caso de “frontera seca” los denominados marcos o mojones.

Frontera/s

La palabra frontera significa “lo que está adelante”, no como línea sino como un área, una zona o región. La frontera nace a partir del contacto entre poblaciones, a través de la comunicación y el intercambio entre las personas. En términos de Estado, nace en el contacto que generan los límites. En esa franja se constituyen redes sociales transfronterizas, con acciones en la vida cotidiana (familias, negocios), intercambios legales e ilegales (comercio y contrabando) formas socioculturales propias (ritos, fiestas, tradiciones) producto de la diversidad y en particular con un “dialecto” o formas de expresión singulares (portuñol).

Según Fernández Carrión (2010,35) la frontera se desarrolla a través de un proceso que denomina “frontera en el tiempo”, cuyo devenir histórico y en relación a sus límites geopolíticos, se orienta a la constitución de la misma: “La conformación de las fronteras, no son el resultado de una sucesión de hechos históricos por separado, sino que por el contrario los hechos históricos y los propios límites de cada país conforma un conjunto indivisible”.

Si el límite es el fin, la frontera es el principio, es el territorio que está adelante, en formación y permanente transformación. La frontera es percibida como un factor disgregante. Mientras los límites hacen relación a fuerzas centrípetas, la frontera hace relación a fuerzas centrífugas, hacia afuera, lo cual es visto como potencialmente peligroso. La propia teoría de Turner, aplicable en cierto sentido a la realidad brasileña, que dio paso al estudio histórico de las fronteras, constituye una teoría fuertemente nacionalista donde la frontera móvil es parte de un proceso de consolidación interna del “ser estadounidense”, en este caso del Estado Imperial luso-brasileño, asociado a una fuerte expansión territorial. La consolidación de la misma generó el mito de la frontera como formadora de la nacionalidad, del poder económico y militar.

En función de ello, podemos concebir a las fronteras como zonas potenciales de integración y transición. Esta tendencia a la integración no niega la característica de ser también zona de conflicto y enfrentamiento. La potencialidad hacia uno u otro lado dependerá de la fortaleza de los intereses comunes y de la cultura de cooperación entre ambas sociedades.

La historiadora argentina Nidia Areces (2000:2) afirma que las fronteras son por definición un espacio de encuentro, de interacciones, a veces pacíficas y otras conflictivas “es un espacio geográfico donde todavía el Estado está incorporando los territorios y configurando los procesos de producción y estructuración institucional y social.”

En el caso particular de la frontera Sur del imperio luso-brasileño, el Rio de la Plata fue un territorio neurálgico en la historia del siglo XIX. Las guerras cisplatinas y la guerra contra el Paraguay moldearon la política expansionista militarista imperial. Mientras el eje Minas - Rio de Janeiro - Sao Paulo fue el centro de producción y consumo, el Sur fue el talón de Aquiles y por ello la acción del Imperio fue la de dominar la rebelión Farroupilha (1835-1845) y luego incorporar a sus integrantes, todos estancieros, como oficiales de un ejército cuya responsabilidad central fue mantener las fronteras y expandirlas.

54

La frontera con Uruguay representó un problema de mediana escala generador de preocupación política, sin embargo el gran objetivo: dominar Montevideo y su puerto, llave de la navegación del Paraná y Uruguay, fue realizada a través de medios militares, económicos y diplomáticos, combinando todos ellos con la apropiación, legal o forzada, de la propiedad de la tierra en la zona de frontera en manos de sus súbditos a partir de 1820.

En el caso de la frontera uruguayo-brasileña la fundación de urbanizaciones a partir de mediados del siglo XIX, como: Bella Unión - Barra do Quaraí (y Monte Caseros en Argentina), Artigas - Quaraí, Rivera - Livramento, Aceguá - Acegua, Rio Branco - Jaguarão, Chuy – Chui y las zonas de influencias que allí se generaron son producto del contacto de las poblaciones y/o de las políticas públicas.

La creación de fronteras

El imperio luso-brasileño dispuso a lo largo del tiempo de una política de fronteras muy bien planificada. No hubo intervención militar en el Río de la Plata que no fuera acompañada por las familias de los militares o por emigrantes que se aprovechaban del botín de guerra: tierras y ganados. El gobierno lo permitía y en cierto sentido lo incentivaba, por aquello del uti possidentis, recurso que siempre se ponía en las mesas de negociación y donde terminaba triunfando la diplomacia lusitana. Esto es fundamental para entender la creación de las fronteras meridionales del Brasil, donde el accionar militar, el poder económico y la ocupación de las tierras crearon durante el siglo XIX una verdadera extensión territorial dentro de los territorios de los vecinos.

En esta región los límites en general se fijaron a partir de 1851 y se reafirmaron con la guerra contra el Paraguay (1865-1870) diseñando el mapa moderno de Brasil en la región Sur. Estos nuevos límites incorporaron a las poblaciones existentes, como en el caso de los pueblos guaraníes de las misiones Jesuitas del Alto Uruguay a partir de 180. Las incorporaciones masivas al ejército y el traslado de dichas poblaciones al interior del territorio sulriograndense permitieron diseñar un componente demográfico fundamental al que se sumó desde mediados del siglo XIX la migración italiana y alemana principalmente. De la misma forma, los nuevos dueños de la tierra, muchas de ellos mestizos culturizados se transformaron en una sociedad de guerreros que opero como brazo armado del imperio en el Sur. Más allá de la rebelión Farroupilha (1835-1845) los rebeldes se transformaron en grandes terratenientes y funcionaros del gobierno monárquico con grado militar y un apoyo absoluto del Imperio para contener las aspiraciones expansionistas de Argentina y Paraguay.

El conflicto bélico rioplatense denominado Guerra Grande (1838-1851) provocó una intervención imperial para evitar la dominación de Juan Manuel de Rosas, presidente argentino sobre los territorios del Estado Oriental y dominar el puerto de Montevideo. Uno de los argumentos utilizados para definir la intervención militar imperial fue la existencia de numerosas propiedades de brasileños amenazados en sus intereses. La invasión de 1851 que puso fin a la guerra fue argumentada públicamente como una defensa de los súbditos amenazados en el Uruguay.

55

Ese censo detallado de propiedades fue realizado en 1850 por autoridades brasileñas de la frontera y sirvió como fundamentación, a partir de 1851, para el trazado de límites entre ambos estados. Cuando fue realizado aún no había límites, es fácil comprender como operaba el uti possidentis en estos casos, no obstante la política imperial combinaba el poder económico (ganados, esclavos y tierras) con el diplomático (alianzas, préstamos al gobierno, flota de guerra en el puerto de Montevideo) de tal forma que no era necesario ocupar militarmente la región para asegurarse el predominio. Los propietarios riograndenses operaban como frontera económica y cultural dentro del propio Uruguay. De tal forma podemos afirmar que el Norte uruguayo era una extensión territorial de Rio Grande do Sul.

Cuando se inicia la guerra contra Paraguay (1865), el primer teatro de operaciones fueron esos territorios, con la movilización de tropas de los estancieros que junto a caudillos orientales - Venancio Flores, Gregorio Suárez - destruyeron Paysandú, foco de la resistencia legal del gobierno nacionalista de Bernardo Berro, derrocan al gobierno y firmando inmediatamente el Tratado secreto de la Triple Alianza con Mitre, iniciando la guerra de exterminio contra Paraguay.

En esos territorios de alta conflictividad, el predominio demográfico riograndense, variable a lo largo de los siglos, generó más allá de los ejércitos y las guerras, poblaciones dispersas donde la frontera se fue construyendo y sobreviviendo en la vida cotidiana, en los matrimonios, en el nacimiento de los hijos, en las actividades comerciales, el contrabando, permitiendo el surgimiento de un sociedad transfronteriza, donde la mezcla de culturas: nativas, especialmente guaraníes y charrúas, mestizos, afrodescendientes, emigrantes europeos y toda la mistura generada por tantas procedencias, dieron origen a una cultura propia de la región que tiene su expresión en el lenguaje, denominado portuñol por los uruguayos y gaúcho de fronteira por los brasileños, donde es evidente la mezcla idiomática libre del portugués y español.

Mann (1991:33) denomina a esos territorios como “intersticiales”, en la medida que se forman a partir del contacto y cooperación transfronteriza, cuyo control escapa en buena medida al poder central.

En el último tercio del siglo XIX, la palabra frontera adquirió una acepción política más fuerte pues representaba el contorno de un territorio habitado por un grupo que da origen al Estado. No se trata solamente de los límites sino del dominio que se ejerce sobre personas, propiedades y recursos dentro de los mismos. (HOBSBAWN, 1991:2007)

El territorio fronterizo es en definitiva una construcción económica, cultural y política dinámica, con emergentes que promueven cambios, crean hinterlands y espacios intersticiales, donde pueden desarrollarse con relativa autonomía los poderes locales y comarcales, ya sea ejercidos por los grupos hegemónicos y/o por las autoridades políticas.(MANN:199,34)

Características complementarias de la sociedad de frontera

Como venimos manifestando las urbanizaciones de la frontera uruguayo – brasileño tienen una raíz histórica similar y por lo tanto el desarrollo económico es complementario. La producción ganadera fronteriza tenía como destino las charqueadas riograndenses, los productos de consumo de la vida cotidiana ingresaban por el puerto de Montevideo y abastecían todas las ciudades de la frontera a través de los comercios instalados en las poblaciones uruguayas. El tabaco, la caña, la madera y hasta el charque, así como los trabajadores esclavizados hasta por lo menos 1880 ingresaban desde Rio Grande do Sul.

56

Al ser esta región de predominio agropecuario, el centro de las actividades, la sociedad y la cultura reposan en la ganadería, el comercio y el contrabando.

A modo de ejemplo, podemos señalar algunas de las características complementarias de la región:

Sin embargo a nivel de las actividades urbanísticas no se ha podido avanzar más allá de acciones puntuales, las ciudades espejo, gemelas o las conurbaciones de frontera exigen planes de trabajo comunes ya que las problemáticas afectan a ambos, sin embargo aquí es donde se palpa mejor las limitaciones de los Estados Nacionales.

Bibliografia

ARECES, Nidia. Las fronteras en los estudios regionales. Propuestas de análisis. En: 1º Jornadas de estudios sociales regionales. Rosario: Universidad Nacional de Rosario, 9 al 11 de noviembre de 2000, edición en Cd.

BOTTINO, Rosario, Sobre límites y fronteras. Rivera – Santa Ana do Livramento. En: Estudios históricos – CDHRP- Rivera, Uruguay. Mayo 2009 - Nº 1 – ISSN: 1688 – 5317. Disponible en: www.estudioshistoricos.org

ESCAMILLA, Francisco. El significado del término frontera. En: Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales Universidad de Barcelona Nº 140, 2 de marzo de 1999. ISSN 1138-9796. Consulta en: http://www.ub.edu/geocrit/b3w-140.htm

GOLIN, Tau. A fronteira: Os tratados de limites Brasil-Uruguai-Argentina, os trabalhos demarcatorios, os territorios contestados e os conflitos na bacia do Prata. Porto Alegre: L&PM, 2004.Volumen II.

HOBSBAWN, E. Naciones y nacionalismos desde 1780. Barcelona, Crítica, 1991

MANN, Michael. Las fuentes del poder social. Una historia del poder desde los comienzos hasta 1760d.C. vol. 1. Madrid, Alianza Editorial, 1991.

PALERMO, Eduardo. Banda Norte, una historia de la frontera oriental, de indios, contrabandista, misioneros y esclavos. Rivera, Yatay, 2001.

PALERMO, Eduardo. Tierra esclavizada, el norte uruguayo en la primera mitad del siglo 19. Montevideo, Tierra Adentro, 2013. ISBN 978-9974-8429-0- 8.

PALERMO, Eduardo. Terra brasiliensis: La región histórica del Norte uruguayo en la segunda mitad del siglo XIX- 1850-1900. Tesis de doctorado presentada ante la Universidad de Passo Fundo, RS, Brasil, 2017.